lunes, 19 de septiembre de 2016

Tomás Acción Golpe, las ultimas salidas a Oran.

Tomás Acción Golpe (Archivo familiar de Moisés Acción Portela)




Tras la salida de la Flota el 5 de marzo de 1939, miles de republicanos partieron desde las costas de Alicante, Cartagena y Almería hacia Oran. Utilizaron todo tipo de embarcaciones. Algunas eran de la Armada, generalmente guardacostas, dragaminas o buques aljibes.

Uno de los primeros buques en llegar fue el Tramontana, un antiguo bacaladero artillado que durante la guerra estuvo a las órdenes directas de Indalecio Prieto en misiones especiales. Su tripulación era en su mayoría vasca y cántabra. Llegó el día 6 de marzo a Oran con un centenar de refugiados. El mismo día arribó también el buque transporte S.A.C. nº2 con unos 30 refugiados y, unos días más tarde, desde Alicante, el buque cisterna Algibe nº2. En días sucesivos sabemos de varios guardacostas o dragaminas que salieron con tripulaciones y civiles. Los dos últimos días de marzo, llegaron a Oran el guardacostas V-24 con más de 300 refugiados, el V-31 desde Almería con casi 100 personas a bordo y, desde Cartagena, el V-26 y el Campilo. En la madrugada del 31 llegarán 6 pequeñas embarcaciones, entre ellas los dragaminas D-177 y el D-204 tras un viaje particularmente angustioso por sufrir una tempestad. 

Es difícil, en estas condiciones improvisadas y accidentadas, saber cuántos marinos iniciaron su exilio en Argelia. Sabemos por testimonios o memorias de la llegada a las costas Oranesas de unos pocos, como los marineros Teodoro Alluntis Asla y Ángel Landa Sierra, los Auxiliares alumnos de Artillería Victoriano Barroso Fernández, José Mosquera Lorenzo y Víctor San Telesforo Villar, el Teniente Coronel Artillería de la Armada Esteban Calderón Martínez, el Coronel de Ingenieros de la Armada Félix Echevarría Alegria, el Teniente médico Luis de Frutos Herguedas, el Alférez de Navío de la Reserva Naval Luis Goicoechea Eguía, el Oficial 2ª Naval Francisco Llorca Santiago,  el Auxiliar Naval Ramón Prados Pita, sin olvidar a los dos médicos de la Armada, Ramón García Cerviño y Luis Martín Gromaz, que pudieron salir en el legendario Stanbrook.

Los destinos de estos hombres fueron muy dispares. Hoy seguiremos el itinerario del Comandante de  Máquinas Tomás Acción Golpe.  Este gallego de Iñas, nacido en 1898, se presentó a los exámenes de ingreso en el cuerpo de maquinistas de la Armada el 10 de julio de 1916. Después de superar las prácticas reglamentarias, ingresó oficialmente en el Cuerpo el 1 de enero de 1918. En 1921 pasó por la Escuela de submarinistas. En 1930 aprobó los exámenes de la Academia de Ingenieros Navales para maquinistas oficiales. También acredita su inquietud profesional el hecho de que en 1935 siguiera un curso de especialidad de motores de combustión interna que eran de reciente creación.

En julio de 1936 estaba destinado en el Jaime I como Oficial de Máquinas, ocupando la segunda jefatura de Máquinas. Cuando el acorazado fue tomado para la República, todos los oficiales fueron detenidos, pero, pasados los primeros momentos, fueron liberados los oficiales de convicciones republicanas: Tomás Acción, Benito Sacaluga y Ricardo Castro Calvelo.

Tomás Acción siguió colaborando activamente durante toda la guerra con la causa de la República. Fue miembro del Comité del Jaime I y presidente del segundo Comité por votación unánime durante cuatro meses. Hasta la explosión del Jaime I fue  colaborador y director del periódico Amanecer que se editó en el propio acorazado a partir de enero de 1937.



 En octubre de 1937 fue ascendido a  Comandante de Máquinas (D.O. nº 246, pág. 86). Unos meses más tarde fue nombrado Comisario político del Lazaga y colaboró muy activamente en la Casa Gallega de Cartagena y en la emisora de la Flota en una emisión dedicada a Galicia. En 1938 fue nombrado Inspector de Trabajos en los Buques de la Zona de Levante y, por fin, en diciembre de 1938 fue designado Jefe de Máquinas del crucero Libertad. El Servicio de Información del Personal (SIP) –franquista- lo consideraba “indeseable para la Causa Nacional” y le acusaba, entre otras cosas, de dirigir “la palabra a la marinería en términos revolucionarios” y de ser “completamente rojo”(1).  

El 5 de marzo de 1939 no pudo salir con la Flota porque esa madrugada fue detenido como otros muchos marinos y republicanos en el Cuartel de Infantería por las fuerzas sublevadas de Cartagena. Allí se quedó dos días hasta que fue liberado por las fuerzas republicanas de la 206 Brigada Mixta mandadas desde Valencia para liberar la ciudad. Salió de Cartagena el 28 de marzo de 1939 en el guardacostas V-24, cuando ya todas las esperanzas estaban agotadas.

Como miles de republicanos fue mandado a los terribles campos de trabajo de Argelia. En primer lugar, al camp Morand, cerca del pueblecito de Boghari, al este de Argelia. Era un antiguo campamento militar formado por 12 grandes barracas de madera sin suelo por donde se estima que pasaron unos 5000 republicanos, vigilados por gendarmes y una compañía de soldados senegaleses. Al calor sofocante se añadieron unas condiciones higiénicas deplorables y escasez de agua y comida.  Allí los republicanos tuvieron que integrar forzosamente el 8º Regimiento de Trabajadores Extranjeros para trabajar en la construcción del Transahariano, una línea de ferrocarril que debía unir todas las colonias francesas hasta Níger. Los trabajos del Transahariano empezaron  en el oasis de Bou Arfa, en el Marruecos francés, y a lo largo de la futura línea que unirá Bou Arfa con Colomb-Béchar y las minas de Kenadsa se fueron distribuyendo las compañías del 8.º Regimiento. Tomás Acción Golpe fue mandado a Bou Arfa y a  Colomb-Béchar.


En el centro, Tomás Acción Golpe en Bou Arfa (Archivo familiar de Moisés Acción Portela).



De aquel infierno, Tomás cuenta: “Horizontes de picos y palas, clima duro, tierras calcinadas por un sol Africano y bárbaro como sus naturales. Trabajo de esclavos de la época de los galeotes. Carentes de agua, de higiene. Escasos de ropas y calzados. Comida deficiente…Trato inhumano; y nubes…muchas nubes de polvo y arena que ciegan la vista y oprimen los pechos y ahogan los pulmones” (2).

En los campamentos de Bou Arfa son detectadas “actividades comunistas” en junio de 1941. La primera medida que toman las autoridades para atajar dichas actividades es mandar a Tomás Acción Golpe junto con el también marino, fogonero preferente, José Yúfera García y el tenor Vicente Sempere al campo de Missour, en el interior de Marruecos.  

Finalizada la IIª Guerra Mundial, Tomás vivió en Casablanca. Falleció en aquella ciudad el 26 de abril de 1947. Tenía 49 años y pagó sin duda con una muerte prematura los malos tratos recibidos en los campos del Norte de África. Fue enterrado en el cementerio de Ben M´Sick.


1. ANC, Expediente de Tomás Acción Golpe.
2. Texto de Tomás Acción Golpe, mandado amablemente por su sobrino nieto Moisés Acción Portela. Además, Tomás dejó escritas unas memorias “Por la estela del navío. Historia triste de una revolución alegre”, Casablanca, 1941.
Fotos de Tomás Acción Golpe de la colección familiar de su sobrino nieto Moisés Acción Portela.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Manuel López Pinal, morir en Meheri-Zebbeus

Manuel López Pinal cuando era cabo de radiotelegrafía.

Manuel López Pinal nació en Carballino, Orense, en 1913, aunque desde pequeño vivió en O Grove, Pontevedra. Su padre fue concejal republicano en el ayuntamiento de este municipio.

En 1929 ingresó en la Armada y se especializó en radiotelegrafía. En julio de 1936 era cabo radiotelegrafista y estaba embarcado en el Jaime I.

Desde el inicio del intento de golpe de Estado militar, el oficial 3º radiotelegrafista Benjamín Balboa, desde Ciudad Lineal, fue poniéndose en comunicación con los buques de la Flota invitando a las tripulaciones a estar alertas y a tomar los barcos para defender la República, si los mandos se sumaban a la sublevación. En la mañana del día 20, el Jaime I iba de Vigo a Cádiz. En la sala de radio estaba de guardia Manuel López Pinal junto al también cabo radiotelegrafista Antonio Gili Carbonell. Recibieron la información de Benjamín Balboa y oyeron comunicaciones de los otros buques de la Flota. Fueron ocultando los partes oficiales encriptados que conminaban a los jefes y oficiales a unirse a la sublevación, y a arrestar a los propios cabos radiotelegrafistas. En un momento dado, Benjamín Balboa transmitió al Jaime I: “No aguardéis más”. Desde el acorazado, Manuel López Pinal contestó: “Estamos preparados, ¡Viva la República!”. Y así fue. Las clases, cabos y marinería fueron tomando poco a poco el buque, enfrentándose a la resistencia armada de los jefes y oficiales.

A lo largo de los tres años de guerra, Manuel López Pinal siguió comprometido activamente con la defensa de la República. Formó parte de tres Comités de Gobierno del Jaime I y fue delegado del mismo en el Comité Central de la Flota. Cuando los Comités desaparecieron, fue nombrado Comisario del Lazaga. Fue promovido Auxiliar Alumno Radiotelegrafista en 1937 y, durante unos meses, fue locutor en la emisora de la Flota republicana en los programas dedicados a Galicia. Destinado al Estado Mayor, le fueron encomendadas misiones de confianza a las órdenes directas del almirante González de Ubieta.

El 5 de marzo 1939 marchó al exilio a bordo del Miguel de Cervantes. Desde Bizerta, en Túnez, formó parte del primer contingente que fue autorizado a bajar a tierra el 12 de marzo. Marcharon al campo de concentración de Meheri Zebbeus a unos 300 km. a las puertas del desierto. Era una especie de poblado medio derruido en torno a una antigua mina de fosfato cálcico. Las casas estaban vacías, sin puertas ni ventanas. No había agua ni electricidad ni letrinas. Ellos mismos fueron poniendo en marcha una acometida, cavando zanjas para las letrinas e instalando puntos de luz. La situación sanitaria no fue catastrófica porque organizaron la enfermería con los botiquines que habían traído de los barcos. Al frente estaba el doctor Ernesto Marcos Rodríguez y el auxiliar graduado de Sanidad Salvador Daporta García.

Durante el mes de agosto, Manuel López Pinal contrajo el tifus. Fue llevado al hospital militar de Sfax en un intento de salvarle la vida, pero no pudo ser. Falleció a las cinco de la madrugada del 26 de agosto de 1939. Fue enterrado en el cementerio de aquella ciudad. 

Su compañero, el auxiliar alumno radiotelegrafista Antonio Gili Carbonell guardó todos sus efectos personales con la esperanza de poderlos entregar algún día a su familia, tal y como relata en una carta enviada a su casa, en la que expresaba su “esperanza de que el mundo en que vivimos se arregle*”.


*Texto cedido amablemente por Xosé Manuel López Franco.

Foto: Archivo familiar de Xosé Manuel López Franco