martes, 14 de marzo de 2017

El campo de concentración de Meheri Zebbeus (2)

Meheri Zebbeus. Foto hecha por José González López, maestro zapatero del Libertad.


En el campo de concentración de Meheri Zebbeus los marinos se organizaron en 19 compañías. El jefe francés del campo se llamaba Girard.

Hubo intentos de fugas pero los fugitivos eran rápidamente alcanzados: eran los únicos europeos en varios kilómetros a la redonda y ofrecían una recompensa para quienes los señalasen a las autoridades. Al ser devueltos al campo, eran encerrados en los calabozos –una casa habilitada al efecto– atados con cadenas, condenados a pan y agua, sin paja ni manta durante 30 días o más. 

A finales de marzo, el almirante franquista Salvador Moreno llegó a Bizerta al frente de varios barcos para recoger los buques de la Escuadra que las autoridades francesas se apresuraron a devolver a la España franquista tras las gestiones del mariscal Pétain, embajador de Francia en Madrid. Con este motivo, en el campo de Meheri Zebbeus, anunciaron la llegada de un telegrama concediendo una amplia amnistía.  Se dio lectura pública en todas las compañías del llamamiento para que volvieran a España, donde no tenían nada que temer los que no tuvieran “las manos manchadas de sangre”. Esto revolucionó el campo. Igual que muchos quedaron en Cartagena porque no consideraban haber cometido ningún delito, en el campo de concentración muchos pensaron lo mismo. Hay discusiones y se hacen cábalas.  Dos mil dos cientos ochenta y cinco marinos decidieron regresar. La cifra parece importante pero, en realidad, si se compara con las cifras de repatriaciones del Ejército de Tierra que pasa a Francia en febrero de 1939, proporcionalmente los marinos que vuelven es incluso un poco inferior. Cierto es que su situación en Túnez estaba llena de incertidumbres y probablemente tenían ganas de creer en esa clemencia que les prometían. El auxiliar alumno de electricidad, Francisco Díaz Bueno describió la situación en que se encontraban : “Éramos una especie de prisioneros de Francia, perdidos en un páramo, mal comidos, mal dormidos, sin brújula ni nadie que nos hablase ni poco ni mucho de nuestro porvenir en su aspecto más humano”.

La mayoría de los que volvieron tuvieron que sufrir el engaño, ensañamiento y revanchismo propios de la postguerra del régimen franquista (ver, por ejemplo, el caso de Guillermo Campoy Zapata). 

En el campo quedaron 1850 hombres. El jefe francés del campo, Girard, es sustituido por un capitán de la Guardia Republicana, François Loison. Mandó quitar las ametralladoras e instalar duchas. Una mejora, sin duda.

El 5 de abril distribuyeron jabón por primera vez. Un día, repartieron medio kilo de pan blanco a cada uno. Una fiesta. Era, al parecer, un regalo de los ex combatientes franceses de Sfax. Mientras que las autoridades coloniales francesas mantuvieron una actitud desconfiada ante la llegada de los marinos republicanos,  éstos fueron recibidos, en cambio, con entusiasmo por una parte de la población que se solidarizó con ellos y con la causa republicana. Se constituyó un Comité de Tunisie du Rassemblement Populaire que les recibió con entusiasmo en Ferryville y a lo largo de la ruta hacia Meheri Zebbeus. Los marinos recordaban “el magnífico y cariñoso comportamiento de la población civil, que a nuestro paso (…) nos lanzaban comida, bebidas, ropas y otros objetos de utilidad por las ventanillas, y echándonos besos con las manos gritaban “Viva los marinos de la República española”. Varias organizaciones como el Comité International de Coordination et d’Information  pour l’Aide à l’Espagne Républicaine, el Secours Populaire de Tunisie, el sindicato comunista CGT, la SFIO (Partido Socialista Unificado), el Parti Communiste Tunisien mandaron víveres y medicamentos para aliviar en lo posible la situación de los refugiados percibida como denigrante. La CGT lamentaba en un comunicado que los poderes públicos persistieran en considerar a los “camaradas republicanos como condenados de derecho común”. Una declaración de organizaciones democráticas tunecinas en las que participaron, entre otros, la Liga de los Derechos del Hombre y del Ciudadano o la Federación de los Combatientes Republicanos, denunciaba haber constatado “con estupor y tristeza el régimen inhumano al que son sometidos los refugiados españoles (…) que con 40º grados de temperatura media viven (…) en condiciones lamentables. Desprovistos de zapatos, van con los pies desnudos por la arena abrasadora y (…) el agua les es distribuida parcamente sólo cuatro horas al día”. 



Fuentes: Centre des Archives diplomatiques de Nantes (CADN). Fonds de la Résidence française en Tunisie. 1º versement. Articles 2186-2187.
Testimonios: marinos Daniel Díaz Roldán, Manuel Pedreiro Pita, José Fernández Navarro, Francisco Díaz Bueno.
Bibliografía: ALEYA SGHAIER,  Amira, “Les réfugiés espagnols républicains en Tunisie en 1939” in Le mouvement social n°181, 4/1997, p. 31-52 ; FERNÁNDEZ DÍAZ Victoria, El Exilio de los marinos republicanos, Valencia: Universitat de València, 2009; GAFSI, Abdelhakîm, “La situación de los refugiados españoles en Túnez entre el 4 de febrero de 1939 y el 18 de julio de 1940, según unos documentos de archivos del Gobierno tunecino” in Almenara, vol. 10, Madrid 1976-1977, p. 94 y ss;; SANTIAGO Lucio y otros, Internamiento y resistencia de los Republicanos españoles en África del Norte durante la segunda guerra Mundial, Sant Cugat del Vallès (Barcelona): autoedición, 1981; YAZIDI, Bechir, El exilio republicano en Túnez, Ferrol: Editorial Embora, 2008.


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